Las raíces podridas en las orquídeas pueden ser un signo de exceso de agua o mala circulación de aire en el medio de cultivo.
Si descubres raíces podridas al trasplantar tu orquídea, es importante actuar rápidamente para prevenir daños adicionales a la planta.
Comienza eliminando suavemente las raíces podridas con unas tijeras esterilizadas, asegurándote de cortar por encima de cualquier área dañada y sana.
Luego, sumerge las raíces restantes en una solución de peróxido de hidrógeno al 3% durante unos 15-20 minutos para desinfectarlas y matar cualquier bacteria presente.
Después del tratamiento, deja que las raíces se sequen al aire antes de trasplantar la orquídea en un nuevo medio de cultivo limpio y fresco.
Asegúrate de proporcionar condiciones de crecimiento adecuadas, como un buen drenaje y circulación de aire, para evitar que las raíces vuelvan a pudrirse en el futuro.
Observa cómo responde la planta al tratamiento y proporciona cuidados adicionales según sea necesario para promover su recuperación y salud continua.
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